El inicio de una historia siempre es un punto crucial dentro de la novela, ya que esas primeras páginas serán las que determinen si el lector (o editor) continúa leyendo. Así que, pensando y pensando, he decidido tratar el tema de cómo NO empezar una novela. Si te encuentras escribiendo tu libro, iniciándolo o acabándolo, no te puedes perder este post para comprobar si tu principio es un principio como Dios manda ;)



Reconozcámoslo: a nadie le importa si tu protagonista ese día se lava los dientes o se los deja de lavar, si escoge una camiseta blanca o negra, o si desayuna tostadas o fruta. Estos datos son datos superfluos que no aportan nada a la historia y mucho menos al inicio de tu novela. Aburrirán al lector, por lo que es muy probable que deje de leer en las primeras páginas. Digamos que es jugar con su paciencia, estirar la cuerda sin saber muy bien qué resultado ocasionará; puede que tengas suerte y siga leyendo hasta que empiece la acción o puede que desista por el camino. Por tanto, deshazte de todas estas pequeñas acciones del día a día si no son determinantes para el argumento. Podrás incorporarlas más adelante, pero NUNCA en el principio de la novela. 


Está bien que situemos al lector en nuestras primeras páginas, que le demos información sobre el contexto y sobre el protagonista, pero ojo: siempre con cuentagotas. Creo que no me equivoco al afirmar que cada vez que empezamos un libro pasamos por una etapa de desorientación hasta que logramos entender qué está pasando, dónde está pasando y quiénes son esos personajes. Es un proceso de ir asimilando información paulatinamente, nunca de golpe. Por tanto, sintetiza la información en esas primeras hojas, quédate con la esencia de tu novela y no atosigues al lector. Si además estás desarrollando un mundo que cuenta con un lenguaje propio, intenta no introducirlo en el primer capítulo, ya que lo único que conseguirás es que el lector esté pendiente de qué significan esas palabras y no de la acción en sí.




Por último, evita el backstory. El backstory es un término que se emplea para referirse al pasado del protagonista o de la situación actual; es decir, hace referencia a qué ha sucedido antes del inicio de la novela. Esta parte que "no se ve" será muy interesante si sabes utilizarla, ya que podrás jugar con los detalles y las insinuaciones para estimular la curiosidad del lector. No obstante, ¡evítalo en las primeras páginas! Como ya he comentado, es cuestión de no sobrecargar al lector.  Piensa que tendrás muchas más ocasiones para contar el pasado de tu protagonista o de su contexto, así que retén las ansias por soltarlo todo nada más comenzar ;)


¡Y hasta aquí el post de hoy! ¿Os ha servido? ¿Caíais en alguno de los errores? Si os ha interesado, aquí podéis leer cómo SÍ empezar una novela. La semana que viene intentaré volver con la segunda parte, aunque la verdad es que no os puedo garantizar post el domingo que viene (sí, odiad a mi máster tanto como lo hago yo en estos momentos... ;D). Eso sí, ¡yo lo intentaré! Si no, dentro de dos semanas habré acabado y seré toda vuestra. Respecto a esto os quería preguntar ¿os gustaría que publicase dos posts por semana en verano? ¿Qué días os apetecería que subiera los posts? ¡Decidme y así me organizo!

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